Olga Morató de Pujol: una vida dedicada a la educación, la familia y el amor por La Romana
- Serie 26 La Romana
- Jun 28
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La Romana.- Por décadas, formó generaciones de ciudadanos de bien en La Romana. Hoy, su familia y la comunidad claman porque su legado sea honrado con una calle que lleve su nombre.
La Romana guarda entre sus memorias más nobles la vida y obra de Olga Altagracia Morató de Pujol, una mujer ejemplar cuya existencia se entrelaza con la historia educativa y social de esta ciudad.
Nació el 20 de enero de 1933, en el Hospital Central Romana, bajo los cuidados del Dr. Janer y la enfermera Miss Vargas. Hija menor del señor Emilio Arturo Morató, telegrafista del Central Romana, y la señora Elvira González de Morató, creció junto a sus hermanos Julio, Luis y Rosita, ya fallecidos, en un hogar donde la educación, el respeto y el servicio marcaron el camino.
Desde sus años escolares mostró una profunda vocación por el conocimiento. Cursó la primaria en la Escuela Puertorriqueña del Central Romana, estudios intermedios en la Escuela Guatemala, y la secundaria en el Liceo Arístides García Mella, donde se graduó en Filosofía y Letras con honores, bajo la dirección del Sr. Tiburcio Millán.
Recordaba con afecto a docentes como la señora Adelfa Seijas y el Padre Juan Abreu, quienes influyeron notablemente en su formación.
Una educadora por vocación
Su carrera profesional comenzó en 1954, como oficial mayor de la conservaduría de hipotecas del Ayuntamiento Municipal de La Romana. Ese mismo año, fue designada Profesora de Letras y Sociales en el Liceo Arístides García Mella, donde aseguró haber vivido los mejores años de su vida.
Allí, no solo sembró conocimientos, sino que también dejó una huella imborrable en cientos de jóvenes a quienes ayudó a formar como ciudadanos ejemplares.
Posteriormente fue nombrada directora de la tanda vespertina del liceo, cargo que ejerció con dedicación, empatía y liderazgo. En 1977, su pasión por el saber la llevó a obtener el título de Licenciada en Educación y Letras, con honores Summa Cum Laude, en la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña.
Tras treinta años de servicio a la educación, se jubiló, dedicando su tiempo a su familia, al cultivo de árboles frutales y al cuidado de orquídeas, su gran pasión. También se adentró en el mundo del arte y la pintura, lo que enriqueció aún más sus últimos años de vida, hasta su fallecimiento a los 84 años.
Un legado reconocido y vivo
Olga M. de Pujol no solo fue una maestra, fue una mentora, una líder, una madre entregada y una ciudadana ejemplar. Junto a su esposo, el Dr. Teodoro Antonio Pujol Jiménez, fundador del Hospital Arístides Fiallo Cabral, formaron una familia compuesta por Carlos, Fernando y Sonia y sus hijas adoptivas Bianca y Amerikana Pujol.
Sus siete nietos y dos bisnietos fueron su mayor orgullo, y su legado continúa a través de ellos, en especial por su nieta Elvira Pujol, quien dirige un centro educativo en Santo Domingo.
Fue merecedora de múltiples reconocimientos, entre los que destacan:
Hija Distinguida de la Provincia de La Romana (1982)
Mujer del Año por la Secretaría de Estado de Educación (1984)
Pergaminos y placas otorgadas por universidades, liceos y entidades educativas, reconociendo su entrega desinteresada al magisterio nacional.
Homenaje especial por el Día Internacional de la Mujer en 2016.
Asimismo, promovió en la ciudad la cultura del cultivo de orquídeas, siendo una de las principales impulsoras de su apreciación como arte y patrimonio natural en la región.
Una petición con justicia histórica
Hoy, sus hijos, ex alumnos y comunidad educativa hacen un llamado firme y sentido:
“Necesitamos que se distinga y honre póstumamente a esta hija de La Romana, madre, esposa y abuela, haciendo que la avenida Libertad, desde Jumbo hasta la entrada de Casa de Campo, o la Calle Las Palmas en Buena Vista, lleve su nombre.”
Sería un acto de justicia y gratitud que el nombre de Olga Morató de Pujol quede inmortalizado en las calles de la ciudad que tanto amó y a la que tanto sirvió.
Un gesto simbólico que no solo recuerda su historia, sino que inspira a las nuevas generaciones a seguir el ejemplo de una mujer que hizo de la enseñanza, la familia y el servicio su razón de vivir.
